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jueves, 21 de mayo de 2015

Murakami está frito o tostado

Solo he leído dos obras de él, y parece uno de los más pródigos del último lustro, pero creo suficiente para defender el título: Murakami está frito o tostado; al juzgar por 'Al sur de la frontera, al oeste del sol' y 'Kafka en la orilla' creo que el japonés tiene serias obsesiones y trastornos, y justamente por eso logra contar historias descabelladas y generar simpatía con sus protagonistas.


Entiéndase que digo esto como una característica, ni malo ni bueno, él es así. Yo tiendo a simpatizar con el desequilibrado del cuento, y por eso disfruté Kafka en la orilla, todos en esa novela están bastante alejados de lo que ambiguamente llamamos 'normal'; es decir, un señor que habla con gatos, otro que colecciona almas de gatos, un joven con experiencias extracorporales, un conductor que decide dejar todo para ayudar a un desconocido, un grupo muy particular cuando menos. Diferente fue con 'Al sur...', leí un relato sin propósito; una historia que comienza en cualquier lugar y termina sin cerrar, como comenzando porque sí y terminando dónde se cansó, o llenó las páginas suficientes.

Algo tienen en común estas dos novelas: cierta aura de paranormalidad, y algo de arritmia. Ambos relatos presentan un fatalismo trascendental, la idea de un destino que nos supera como individuos y como especie; en una es algo más sugerido 'Al sur...', y en la otra es explícito 'Kafka...' y me parece bien, un relato puede ser tan descabellado como se quiera, pero no me gusta que me cambien las premisas iniciales. En ambas lecturas sentí dos cosas que no me gustaron: los personajes centrales dieron virajes radicales, no fueron consistentes con su imagen inicial; y el ritmo del relato fue muy disparejo, en 'Kafka...' hay una gran porción de eventos que simplemente suceden pero no significan en la historia, para que en una pequeña sección se concentren todos los sucesos que conducen al desenlace, en la otra novela cuando todo parece ponerse interesante sobre el segundo tercio, de repente mete todo al congelador.

Concluyo que las obsesiones de Murakami son dos: el recuerdo de sí mismo, la manera como nos recordamos y relatamos nuestras propias experiencias, donde el tiempo es maleable y los eventos relevantes son modificados dependiendo de a quién o cuándo relatamos; y la sexualidad, no tanto el coito en sí mismo, sino las definiciones de género por un lado, y por otro la presencia y origen de algunas filias.

Sí gustan de la novela fantástica y no se incomodan con algo de sexo innecesario en el relato, échense un libro de Murakami al menos.

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