El relato, porque no creo que
novela sea correcto, sobre su vida que nos ofrece Frederick Forsyth es muy
ameno y para quienes hemos disfrutado de sus novelas mejor vendidas resulta
interesante ver cuál fue el alimento primigenio de cada una de ellas.
Esta autobiografía es más bien
cronológica y se centra en los momentos más preciados y memorables del autor,
en relación a su carrera como escritor, comenzando por sus años de juventud los
cuales le proporcionaron los insumos necesarios para realizar algunas de las
investigaciones para sus novelas y en parte la razón para resultar en el
periodismo para llegar a su cumpleaños 76 donde el relato tiene una especie de
cierre.
Los años de juventud de Federick
Forsyth fueron interesantes, como el mismo indica, porque sus padres tenían una
perspectiva más amplia que la mayoría y deseaban que su hijo tuviera la mejor
educación posible y parte de ello se centraba en el aprendizaje de idiomas de
la mejor manera posible: interactuando con nativos de ese lenguaje en su
ambiente. Primero estuvo el aprendizaje del alemán, al pasar un verano largo
con una familia alemana, luego el francés con el mismo método, y por último el
español con la estancia en un curso corto en Sevilla donde si bien él pudo
aprender el idioma, no fue gracias al curso sino a la interacción con los
españoles.
Posteriormente la disyuntiva
acerca de cómo ganarse la vida se presentó, y
aunque en su mente siempre estuvo
ser piloto de avión en las fuerzas de su majestad, la puerca torció el rabo
hacia los servicios de información de Reuters, en su sección internacional, en
primera instancia. Allí tuvo su germen la primera y tal vez más famosa de sus
novelas “Chacal”, aunque no la escribiría hasta pasados algunos años.
Posteriormente Forsyth fue
empleado en el servicio internacional de la BBC de Londres. Un trabajo
prometedor, que también sería el final de su carrera como periodista a sueldo
fijo. Digamos que no entendió su papel en la organización y decidió hacer
frente a sus jefes por sus convicciones personales, lo que lo llevó a un
periodo de trabajo como independiente ofreciendo sus reportajes.
Al verse contra la espada y la
pared, porque nadie estaba interesado en su trabajo como periodista
independiente, vio como una solución emergente la escritura de ficción. Por su
conocimiento de fuerzas secretas y grupos subversivos, así como de Francia
misma, pudo escribir El Chacal en poco más de un mes y logró vender su
manuscrito relativamente rápido. Ese fue el comienzo de su carrera como
escritor e insumo para películas de gran producción.
La lectura es agradable y, me
parece a mí, Forsyth siempre escribe de una manera que está a un paso de un
guion cinematográfico y este relato autobiográfico no es la excepción. Las fotografías
al final del texto son emotivas y muy eficaces para evocar los pasajes
relacionados de sus páginas precedentes.
Lo recomiendo para quienes tenemos
ganas de escribir, quienes hemos leído a Forsyth y para quienes queremos pasar
un buen rato con un libro y la voz de su autor.